Anata, Cisjordania 2008: Reconstruir entre escombros

En el verano de 2008 viajé a Palestina como parte de una delegación internacional organizada por varias plataformas españolas. Nuestro destino fue Anata, una localidad al este de Jerusalén, en Cisjordania, cercana a una base militar israelí.

Las fotografías que acompañan este texto fueron tomadas por mí y por las compañeras con las que realicé el viaje.

Al llegar al aeropuerto de Tel Aviv, dos de nuestras compañeras —ciudadanas españolas de origen palestino— fueron detenidas e interrogadas durante más de siete horas por militares israelíes. Sufrieron presiones psicológicas constantes: preguntas repetitivas, amenazas veladas, aislamiento. ¿La razón? Su apellido, su origen. No habían hecho nada. Su castigo era existir.

Durante dos semanas colaboramos con ICAHD (Comité Israelí contra las Demoliciones de Casas) y con Meir Margalit, una de las voces críticas dentro de la propia sociedad israelí. Reconstruimos dos viviendas palestinas demolidas por las autoridades israelíes, utilizando estructuras de hormigón armado.

El último libro de Margalit de Meir.
Ministerio de Turismo de Israel: "La paz sea contigo" - Entrada principal a la Franja de Gaza - la entrada está prohibida.
Construcción de una de las casas.

En aquel entonces, el asesinato de Rachel Corrie seguía siendo reciente. Fue aplastada por una excavadora israelí mientras intentaba impedir la demolición de una vivienda en Rafah.

Su caso tuvo repercusión internacional, pero por cada nombre extranjero que se recuerda, hay miles de palestinos asesinados sin que nadie los mencione.

La ocupación también se expresa en el territorio: una matriz de control descrita por el arquitecto Eyal Weizman. Cada elemento del paisaje palestino forma parte de un sistema de dominación: carreteras segregadas, asentamientos, bases militares que protegen infraestructuras israelíes ilegales, antenas que sirven de excusa para colonizar nuevas colinas. El muro de separación se adentra profundamente en territorio palestino para apropiarse de recursos como el agua y las tierras cultivables.

La ocupación no es solo militar: es legal, logística, administrativa y espacial.

El libro de Eyal Weizman.
Muro dedicado al asesinato de Rachel Corrie por una excavadora, este fue nuestro lugar de acampada.
María Imaginario, Virginia y yo, cerca de nuestro mural en la sección de pared en Belén, la torre militarizada estaba vacía en ese momento.

Recorrimos varios tramos de ese muro en distintas localidades. En Belén, pintamos con la artista Maria Imaginario, un mural sobre el muro de separación militarizado, en un sector donde en ese momento no había soldados. No era arte: era un acto simbólico.

El mural representaba la resistencia de los corazones palestinos que se niegan a ser quebrados, pero cuya firmeza termina por romper las propias excavadoras enviadas para destruirlos. También estuvimos en Hebrón y en Ramala.

En Hebrón, la violencia de los colonos es constante. Muchos están armados, cuentan con protección del ejército y viven en viviendas arrebatadas a familias palestinas. Calles enteras han sido vaciadas, barrios bloqueados.

Un día fuimos alertados de un desalojo inminente en Jerusalén Este. Una familia palestina estaba a punto de ser expulsada de su hogar tras años de acoso legal. Los colonos ya contaban con una orden judicial. Llegamos lo más rápido que pudimos. Algunos nos encadenamos a la entrada; otros nos distribuimos por distintos puntos de la casa. Los soldados israelíes llegaron más tarde y jugaron con la espera, prolongando la tensión durante horas. No actuaban de inmediato, pero hacían notar su presencia. Era una estrategia de desgaste. No conseguimos evitar el desalojo, pero logramos que ocurriera bajo observación, con testigos.

En otra acción, nos acercamos a una valla militarizada y el ejército israelí respondió con gases lacrimógenos. La represión fue inmediata.

Valla de ocupación electrificada, con soldados de las FDI tomándonos fotografías.
Tel Aviv moderno, a sólo una hora de Anata, Cisjordania.
Con el alcalde de Belén y compañeros.
Gaseados por las FDI en los campos de olivos.
Instrumental básico de las FDI.
Calles de Hebrón, donde los colonos arrojan ladrillos, piedras y aceite ardiente a los transeúntes; estas vallas estaban construidas principalmente para proteger a los niños palestinos que iban a la escuela.

Se atraviesan decenas de checkpoints. Son espacios de control y humillación. Soldados israelíes de 18 o 19 años deciden si puedes pasar, si tienes que esperar, si te gritan. Todo está diseñado para recordarte que no tienes poder.

Durante aquellos días, una pregunta se volvió inevitable: ¿qué se espera exactamente de un pueblo sometido a una ocupación permanente? ¿Cuántos mártires son suficientes?

La condena selectiva de la resistencia palestina, desvinculada del contexto de ocupación, es una forma de complicidad. Además, “Hamas” se ha convertido en la excusa permanente para justificar una campaña de castigo colectivo contra toda la población palestina. Israel utiliza su existencia como pretexto para bombardear, sitiar, bloquear y despojar a millones de personas.

Esta postura coincide con la de Norman Finkelstein, a quien admiro profundamente.

No se puede exigir que el pueblo palestino resista de forma “pura” mientras es bombardeado, encarcelado y desplazado.

Condenar la violencia del oprimido sin comprender su origen es reforzar la narrativa del opresor.

Chica cumpliendo funciones de puesto de control, revisen sus uñas recién hechas, son civiles haciendo el servicio militar.
Estaba haciendo pereza y un trabajador de la construcción palestino me tomó por sorpresa.
Último día de construcción, observe como las varillas metálicas quedan expuestas para una futura ampliación.
El libro de Norman G. Finkelstein

Lo que presencié en 2008 era ya un paisaje de destrucción, control y resistencia.

Hoy, en abril de 2025, la situación en Gaza y Cisjordania ha alcanzado niveles de devastación sin precedentes.

Según el Ministerio de Salud de Gaza, al menos 50.810 palestinos han sido asesinados y 115.688 heridos desde el 7 de octubre de 2023.

La mayoría de las víctimas son mujeres y niños.

Barrios enteros han sido arrasados, la infraestructura ha colapsado y la hambruna avanza rápidamente.

Las agencias humanitarias informan que 1,1 millones de personas se enfrentan a niveles catastróficos de inseguridad alimentaria, mientras que los convoyes de ayuda son bloqueados o atacados.

https://www.ochaopt.org/content/humanitarian-situation-update-278-gaza-strip

Esto no es una guerra. Es un genocidio, así lo han calificado juristas, académicos, y recientemente ha sido llevado ante la Corte Penal Internacional (CPI).

El silencio, la inacción y el apoyo —explícito o implícito— de la Unión Europea y de Estados Unidos no son posiciones inocentes ni neutrales.

Forman parte de la estructura que permite que esto continúe.

Publicar esto no es solo un acto de memoria: es una negativa a permanecer en silencio.

(Continuará y se ampliará con más escenas, experiencias y lugares)

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